El castillo de la princesa Karly era inmensamente grande, con unas torres de extraña arquitectura y vivos colores propios de su familia. Una puerta de madera, con unas aldabas tan grandes que pensé que no podría con ellas para llamar, me equivocaba.
Me atendió uno de los muchísimos criados de la princesa, era un chico joven, moreno, vestía el uniforme rojo y morado típico de los trabajadores de Olihyia. Le dije que tenía un mensaje urgente para la princesa, muy urgente. Minutos después, Karly me recibía en el gran comedor del castillo. Le entregué la carta de Liss, su respuesta, hostil y seca; me hizo dudar del futuro del reino:
— Puede irse.
— Pero – le repliqué – solo usted puede ayudarla, y…
— He dicho que se vaya – me respondió.
— Bien, siento haberla molestado – titubeé antes de atreverme a preguntarle - ¿sabe si Liss tenía familia?
— Tengo entendido que una hermana, una tal Maddie.
— Gracias, gracias y ¿sabría decirme donde puedo encontrarla?
— Si se lo digo, ¿me promete que se irá de una vez?
— Si, princesa, se lo prometo – le dije totalmente convencido.
— Bien, búsquela en el barrio de Gouermonde.
— Gracias princesa Karly de verdad…
— Váyase – gritó.
— Si, si. Lo siento – respondí, avergonzado.
Y salí apresuradamente del castillo. El barrio de Gouermonde, el barrio de los rateros. ¿Quién sabe cuantas personas se llamarían Maddie allí? Me dirigí a la posada en la que estaba alojado, dormí unas horas y a primera hora de la mañana salí de la andrajosa posada.
Llegué al barrio de los rateros en unas horas, sinceramente, era y es el barrio en peores condiciones de toda Olihyia, y eso ya es decir. La verdad es que Maddie parecía ser famosa, puesto que la encontré en pocos minutos. Me bastó con preguntar en la taberna de la que se encargaba una gruesa mujer llamada Seis, me condujo hasta el comedor donde los que no tenían dinero recibían comida que les proporcionaba el rey. Mesa cuatro.
— Hola, buenos días, discúlpeme – empecé – yo…
— ¿Qué es lo que quieres? – me contestó una de las chicas, una de pelo y piel oscura, y unos preciosos ojos verdes – habla.
— Busco a Maddie, hermana de Liss.
— Si, soy yo, ¿qué quieres?
— Hola, mi nombre es Luke, y tengo noticias de tu hermana.
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