Esa noche soñé con Liss, soñé que conseguíamos llegar hasta su celda, que conseguía verla y ella me veía, entonces se la llevaban, y yo corría, corría y corría detrás suya. Pero mientras más corría más se alejaba ella. Me desperté gritando.
Era medianoche, decidí dar un paseo por el pueblo, caminé por las calles de piedra que me recordaban a mi infancia. Crucé el riachuelo que separaba la zona más pobre de la más rica. Y llegué a la plaza, la plaza hecha hacía dos años en honor a Hammkel, el guerrero que protegió nuestro reino de las brujas y todo tipo de criaturas, hasta que en una de sus aventuras cayó preso en el reino de Kiltrya y nada más se supo de él nunca.
Iba de vuelta a casa de Andrea cuando oí un ruido detrás de unos matorrales, decidí ir a ver, había alguien. Le vi salir corriendo, así que decidí seguirle. Atravesamos la pradera que había detrás de la casa, era un chico, algo más joven que yo. Podía alcanzarle, corrí más rápido. El muchacho era ágil, muy ágil. Salté varios troncos, el chico ya no estaba. No podía ser, decidí seguir adelante pero no lo vi.
Pensé que lo mejor sería volver a casa de Andrea y descansar un poco, además ya estaba amaneciendo.
Cuando ya estaba casi entrando, se oyeron gritos:
— ¿¡¿Dónde está Luke?!? ¿¡¿Alguien sabe donde se ha metido este chico?!?
— Tranquila Maddie, estoy aquí.
— ¿Dónde estabas? – me gritó.
— Salí a dar una vuelta, pensé que aún estaríais durmiendo.
— ¿Durmiendo? Tenemos que salir ya Luke, o es que no lo entiendes. Quién sabe lo que nos costará llegar hasta allí, además tenemos que resolver los acertijos y todo.
— Emm,.. Chicos – intervino Nikki.
— ¿¡¿Qué quieres tú ahora?!? – le gritó Maddie.
— Que, ayer por la tarde fui al cuartel de los guardias, y bueno, les pregunté que si la seguridad del reino de las brujas era buena, me dijo que hay dos caminos disponibles, cada uno con sus correspondientes acertijos…
— ¿Cómo conseguiste que te lo dijeran? – preguntó Kate, curiosa.
— Fácil, les dije que tenía una hermana pequeña y quería saber si podría entrar sin querer en el reino de las brujas y, bueno, digamos que se le escapó.
— Bien hecho – dijo Jen.
— Cierto – admití-
— Bueno chicos ya os podéis dejar de tonterías – nos interrumpió Maddie – Bien, nos separaremos, Jen, Kate y yo iremos por un lado. Y por el otro tú y Nikki, ¿de acuerdo, Luke?
— Si, vale. Pero…
— Nada de “peros” . En marcha – y salió por la puerta.
— Pues, eso si, en marcha – repitió Jen.
Cargué con mis provisiones y salí de la casa, seguido de los demás. Cruzamos el pueblo rápidamente, pasamos por mi antigua casa, pero me abstuve de mirar, no quise recordar el pasado, pasé página, y no pensaba volver atrás. Vimos el bosque de lejos y el camino que había recorrido esta misma mañana, persiguiendo a aquel misterioso chico. ¿Quién sería? Nos internamos en el bosque, cruzamos el riachuelo, y caminamos durante poco más de dos horas. Nadie se opuso cuando Jen sugirió que paráramos a descansar. Nos sentamos en unas rocas y el silencio se apoderó del momento. Maddie parecía abatida; Kate, impaciente por seguir; Jen, muy cansado, como Nikki. Bebimos algo de agua y nos dispusimos a seguir caminando. Al cabo de media hora llegamos a la bifurcación del camino.—¿Izquierda o derecha? – preguntó Jen.
—Derecha nosotros – dijo Maddie, decidida.
—Bien Nikki, vayamos por la izquierda. Maddie, suerte, nos encontraremos dentro, en la sala Nhyal ¿de acuerdo?
—Bien, pero… ¿y si uno de los dos grupos no llega? – preguntó Kate.
—¿Qué te hace pensar eso? – dijo Jen – en poco tiempo estaremos allí, no lo dudes. Nikki, Luke, muchísima suerte. Hasta pronto.
—Adiós Jen – dijo Nikki antes de que nos adentráramos en el camino de la izquierda.